miércoles, 4 de diciembre de 2013

Cuando la Espera Desespera

            Por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure.
 Isaias 28:16

         Moisés y el pueblo habían salido victoriosos de Egipto, Miles de familias con tesoros y ganado caminaban sus primeros pasos como personas libres, guiadas por la presencia de Dios en forma de una nube. Por algunos días caminaron hasta quedar frente al mar rojo.

Cuando fueron conscientes de esto ya era demasiado tarde, una polvareda se veía levantándose en dirección a Egipto causada por los miles de carros de guerra del faraón que salían decididos a darles muerte.

No había forma de escapar, el mar estaba delante de ellos, imposible de rodear y detrás el desierto les anunciaba su muerte en manos del ejército más grande del mundo antiguo.

El pánico se apodero de sus corazones, el rumor de morir en el desierto se extendía por todo el campamento, los líderes del pueblo se acercaron a Moisés, se podía ver como discutían uno con el otro mientras Moisés intentaba calmarlos.

La situación ameritaba de una decisión rápida, Moisés abrió su tienda e ingreso en ella, su rostro reflejaba su desconcierto, ¿Qué tiene Dios planeado? ¿Cómo llegamos hasta aquí? Se puso de rodillas y Dios le dio una respuesta contundente:

-       Por qué vienes a mí? Dile al pueblo que marche y tú levanta tu vara para abrir el Mar y pasar sobre lo seco!

El texto de hoy dice: “El que creyere que no se apresure”

Saber esperar el tiempo de Dios puede ser una de las cosas más difíciles en la vida del cristiano. Esperar a que llegue la pareja adecuada, esperar a que responda tu oración, esperar  a que te confirme que avances, esperar a que te salve de una situación, esperar a que provea, esperar, esperar, esperar.

A todos nos gustaría que el Mar este abierto cuando llegamos ahí, pero Dios prefiere hacernos esperar.

Esperar hace que aprendamos confiar, esperar hace que reconozcamos que no tenemos el control, esperar hace que tu fe se fortalezca, esperar hace que nos sintamos impotentes y dependamos del todo poderoso.

Pero el premio de aquellos que esperamos en Dios a pesar de nuestro miedo, tensión e impaciencia es ver el mar abriéndose.
Te recuerdo que estas sobre un fundamento firme, una piedra preciosa que no se tambalea, Cristo es nuestra esperanza en medio de la espera.


No te apresures, no dejes que tu corazón te llene de dudas, no tengas miedo, espera confiado, que te aseguro que en el momento adecuado el mar se abrirá.

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