Marcos 12:43
Terminaron
las canciones y todos pasaron al frente a llevar sus ofrendas a una caja que
evidenciaba por su sonido la cantidad de dinero que caía o no caía en ella.
Los
primeros en llegar llevaban vestidos muy finos, razón por la cual se sentaban
delante, la caja sonaba estruendosamente mientras las muchas monedas caían,
otros, levantaban un poco la mano para que todos alcanzaran a ver los billetes
que metían en la caja de ofrendas.
Pero
casi al final, una viejecita con ropa muy desgastada se acercaba lentamente
metiendo sus manos arrugadas en sus bolcillos, todos ellos llenos de agujeros,
excepto uno, el cual atesoraba la última moneda de su riqueza, todo su capital,
su último bien.
Cerrando
los ojos tomó firmemente la moneda y con una sonrisa en los labios la dejo caer en las ofrendas.
-
Jesús la vio, y dijo “ella dio mucho más que todos”
Es
sencillo dar lo que nos sobra, la ropa que ya no nos queda, el dinero que nos pesa en el
bolsillo, es fácil darle a Dios el
tiempo en el que no hay nada más que hacer, esa oración al final del día que
termina en un ronquido, o darle a
nuestros hijos el tiempo que nos sobra luego de todo lo que según nosotros es
más importante, pero todo eso son solo monedas que suenan y delante
de Dios no tienen valor.
Dar
aquello que no queremos dar, la última moneda, dar de aquello que nos falta,
detiene el tiempo, y hace que el cielo se estremezca.
¿Cuánto
darás hoy?