Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
2 Por tanto, no temeremos,
aunque la tierra sea removida,
Y se traspasen los montes al corazón del mar;
3 Aunque bramen y se turben sus
aguas,
Y tiemblen los montes a causa de su braveza.
Salmos
46:1-3
El sonido de los caballos y las espadas despertaron nuevamente a David,
se podía escuchar los gritos de sus perseguidores avanzando tras su rastro.
David sabía que estaba seguro en su fortaleza, pero “Que difícil es
dormir cuando tenemos los problemas en la puerta”.
Al amanecer, el sonido de las trompetas estallaron anunciando una enorme
cantidad de flechas que oscurecieron el cielo, las flechas caían a su
alrededor, pero su refugio era impenetrable, a pesar de eso se podía escuchar
el silbido de las flechas en el aire y como se destrozaban al caer.
El día no sería sencillo, pues a pesar de estar en la fortaleza, seguía en
medio de la guerra.
A menudo pensamos que Dios debe evitarnos los
problemas y las situaciones difíciles e incomodas de la vida, pero él no actúa
de esta forma, Dios se presenta a sí mismo como un refugio, un escudo o una
fortaleza.
No se utilizan estos instrumentos cuando todo
anda bien sino que su uso es para los días de guerra, para aquellos tiempos en
los que las espadas suenan y las flechas caen cerca de nosotros.
Un refugio es efectivo cuando nos persiguen,
cuando la tormenta cae y los ríos se desbordan, en esos momentos donde el
cuerpo no nos da más y la situación es crítica.
Dios promete que en estos días él te cubrirá, Dios
promete que aunque estés en medio de la guerra el no permitirá que salgas
herido.
Quizá te
asustes, te canses, y tengas que luchar por unos días, pero tranquilo, la tribulación
pasará, las flechas caerán, el mar se moverá, los problemas arrasarán con todo
a su paso, pero tú seguirás de pie al final del día.
Los hijos de Dios peleamos batallas ganadas, si
las peleamos, pero sabiendo que hay alguien superior que nos tiene en sus
manos.
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