Y sabemos que a los que aman a
Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados.
Romanos 8:28
Muchos años habían pasado
desde la última vez que ellos lo vieron, muchos años de no poder dormir bien,
atormentados por el recuerdo de su hermano pidiéndoles a gritos que no lo
vendieran como a un esclavo.
El odio que sintieron por él
al principio se había tornado en culpa con los años, culpa que ahora los
congelaba al ver a su antes pequeño e indefenso hermano parado frente a ellos
con todo el poder para llevar a cabo su venganza.
El tiempo había cambiado el
panorama de las cosas y los antes victimarios estaban ahora a merced de su víctima.
¿Cómo reponer una vida? ¿Cómo subsanar
todos esos años de soledad, injusticias y dolor?
José puesto en pie frente a
ellos les dijo:
Ahora, pues, no os
entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de
vida me envió Dios delante de vosotros.
No los culpo, no estén triste,
no tengan miedo, Dios fue el que me envió aquí.
José entendía que también los días malos son permitidos por Dios en
nuestras vidas, él sabía que por encima de los problemas y dificultades que
podemos tener en la vida está la mano de Dios.
Nada sucede contigo sin que Dios lo determine, esto también incluye los
problemas.
Recuerda siempre que hasta los días malos son días necesarios para
llegar al lugar al que tu Padre quiere llevarte.
Antes de enojarte, frustrarte o entrar en desesperación intenta ver los problemas como los veía José:
“Los problemas son solo un paso más para acercarte a tus bendiciones.”
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