¡ Señor, Dios de Israel, tú eres justo! Tú has
permitido que hasta hoy sobrevivamos como remanente. Culpables como somos,
estamos en tu presencia, aunque no lo merecemos.»
Esdras
9:15
Ella lo miro fijamente con algo de rabia, NO ERES
EL MISMO! ANTES TE VEIA Y VEIA A DIOS AHORA ERES OTRO Dijo, como si esas
palabras liberaran todo el dolor comprimido en su pecho durante tantos meses.
Él, se quedó pasmado, con el mismo rostro que
todos tenemos cuando alguien más nos dice lo que sabemos en secreto, pero
pensamos que nadie más se da cuenta.
El mismo rostro que tuvo David cuando le dijo el profeta que
su pecado no era un secreto, esa cara que puso la mujer del pozo cuando Jesús
le dijo que lo que hacía a escondidas, no estaba escondido para Dios.
Hoy quiero hablarle a aquellos que ya no son los de antes, a
aquellos que se han desconectado de Dios.
Quizá por el trabajo, quizá porque te toco una iglesia que te
ha decepcionado, quizá porque Dios te dio tanto que ya paso a un segundo plano,
o te dio tan poco que parece no estar.
Los israelitas de quienes habla el texto de hoy, habían sido
exiliados, ciertamente estaban alejados y ya no eran los mismos, estaban llenos
de pecados, o simplemente desconectados, su luz no era la de antes, ya no eran
ciudadanos del cielo, aún tenían el pasaporte pero ya no lo utilizaban, por decisión
propia.
Pero ese día decidieron volver, decidieron que ya no iban a
tener excusas, no importó cual lejos estaban, se presentaron ante Dios y
reconocieron lo evidente “Estamos aquí, aunque no lo merecemos” pero estamos de
regreso.
El, se quedó pensando en lo que se había convertido, esa
noche regresó, volvió a tocar las puertas del cielo y se presentó ante Dios
luego de mucho tiempo, convencido de que Dios nos recibe siempre que regresamos,
aunque no lo merecemos.
Tú qué piensas hacer?
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