Deuteronomio
8:20
Esteban miró fijamente a sus acusadores, sin una
pisca de miedo en su mirada.
Normalmente una persona en su situación se
llenaba de miedo, suplicaba por su vida y pedía perdón, pero Esteban se veía en
calma mientras sus acusadores le gritaban injurias y le instaban a declararse
culpable.
Esteban sin retroceder les dijo:
Tercos, duros de corazón y torpes de oídos! Ustedes
son iguales que sus antepasados: ¡Siempre resisten al Espíritu Santo!
La ira de los judíos se desbordo al escuchar sus
palabras y se abalanzaron sobre él empujándolo y arrastrándolo a las afueras de
la ciudad, sus rostros reflejaban su enojo y se podía sentir su sed de
venganza.
Esteban cayo muchas veces en el camino, fue
arrastrado en la arena y golpeado más de una vez, sus opresores lo lanzaron
frente a ellos y tomaron piedras en sus manos, su sentencia había sido dada, lo
asesinarían en ese mismo instante.
Esta muerte no sería rápida, esteban sufriría
mucho, antes de dar su último suspiro. Esteban se puso en pie, sentía dolor
físico pero su espíritu estaba en paz, su rostro brillaba como el de un ángel y
enfrentaba a la muerte con valor, miró al cielo y vio a su Señor en los cielos.
Las piedras se elevaron y Esteban fue apedreado hasta
morir.
Dios espera de ti que asumas
con valor todas tus batallas, no se puede vivir con miedo él te creo para ser
un hombre de valor.
Dios puso en ti un Espíritu de poder, no uno
de cobardía, tienes de tu lado al Rey más poderoso, al Padre más amoroso, al Señor
de Señores. El mismo valor que tuvo Esteban esta en ti.
Si en algún momento el miedo
toca tú puerta recuerda que la vida cristiana no está hecha para cobardes, día
a día vivimos en medio de una guerra espiritual, luchamos contra las tentaciones,
contra la tristeza, contra el miedo, contra la desesperanza, todos los días se
pierden almas que van camino al infierno.
Aquellos que viven con miedo
no son aptos para las batallas pues el miedo es el mal más contagioso en la
tierra, alguien con miedo no tiene esperanza, no cree en los imposibles no vive
con fe y les dirá a todos que es más sencillo esconderse, desanimarse,
lamentarse y escapar.
Dios hoy está armando su ejército de hombres y
mujeres de valor y tú estás en las filas, pero antes de ir a la batalla te dirá:
“Si alguno de ustedes es miedoso o cobarde, que
vuelva a su casa, no sea que desanime también a sus hermanos.”
¿Qué dices? ¿Vas con nosotros
a la guerra y afrontas la vida con valor o prefieres regresar a esconderte?
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