Y al entrar en la casa, vieron
al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros,
le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Mateo 2:11
El cielo estaba más despejado que nunca esa
noche, las constelaciones brillaban con todo su esplendor, parecían tan
cercanas, tan cercanas que daba la impresión que podían ser tocadas.
Los reyes habían emprendido su viaje hace
muchos años, un viaje que estaba por llegar a su fin, habían perseguido una
promesa, un sueño.
Ver al hijo de Dios, al rey de reyes con sus propios ojos, en el momento exacto de su nacimiento.
El primero de ellos cruzo la puerta, casi no podía
contener la emoción. Cada esfuerzo en el viaje cobraba sentido al ver al rey
acurrucado en un pesebre.
Es tan frágil, dijo en voz baja mientras se
inclinaba a adorarle… sus compañero junto a él también de rodillas exhalaban un
suspiro que agradecía en silencio el maravilloso momento de ver al salvador con
sus ojos.
Tres regalos fueron puestos en manos de sus
padres, tres regalos dignos de un rey, tres regalos que significaban quizá lo
mejor de sus posesiones, quizá todo lo que poseían y que habían traído desde
lejos.
En la vida todos
emprendemos viajes, viajes impulsados por un sueño, una ambición o por un amor.
Pero nuestros viajes no
siempre nos llevan al rey, muchos de nosotros perseguimos otras cosas, éxito académico,
más ganancias, éxito en el trabajo, ministerios más grandes…
Y a menudo nos damos
cuenta que nuestro viaje nunca llega a tener un final feliz que nos llene
totalmente, llegamos a un lugar pero enseguida nuestros corazones se sienten
insatisfechos anhelando algo que aún está lejos.
Quizá eres un viajero de
la vida, que no sabe a dónde va, o que ha caminado tanto y aun no siente que ha
llegado a donde quería, quizá estás cansado de viajar persiguiendo cosas que te
han alejado de aquello que realmente es importante.
Jesús quiere ser el fin
de tu viaje, Él quiere en esta navidad que lo busques de nuevo, no importa cuán
lejos estés, él quiere verte y está a la espera de que traigas lo mejor de ti, aún
más, todo lo que eres y te postres ante él y lo adores.
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