Respondió entonces Jesús, y
les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí
mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también
lo hace el Hijo igualmente.
Juan 5:19
Hace unos días mí papá me dio una visita sorpresa, no lo veía hace
algunos meses así que fue una grata sorpresa y un regalo de Dios para mí el
tenerlo por unas horas aquí en Lima.
Pasamos una tarde buena, conversando y viendo una película en el cine,
ya de noche, me propuso ir a comer algo, tengo que admitir que una cosa que realmente
tenemos en común es eso “nos encanta comer”.
Cuando llegamos al restaurante me percate que había un enorme espejo en
la pared, aproveché y mientras me acomodaba un poco el cabello vi que mi papá y
yo caminábamos de la misma forma, con un pequeño balanceo a los lados como un
par de gorilitas.
Al sentarnos adoptamos la misma posición en la silla y al disponernos ha comer seguimos casi los mismos pasos para coger los cubiertos y dar el primer
bocado.
Me causo algo de risa percatarme que mi papá había dejado muchas marcas
en mí que nadie borrará, aunque no estamos juntos hay ciertas cosas físicas, manías
y en mi corazón que fueron grabadas por él y que no se quitar fácilmente.
Esto me llevo a pensar en que huellas tengo en mí, que mi Padre
celestial haya grabado.
Jesús tenía la plena convicción, y así era, que todo lo que hacía, lo hacía
porque su Padre se lo había enseñado así no José, sino Dios.
No puede el Hijo hacer nada
por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre
Hay padres humanos que no dejan huellas adecuadas en nosotros, hay
padres humanos que ni siquiera dejan huellas, pero ¿sabes?
Tú tienes un padre celestial, totalmente bueno, totalmente perfecto que
puede grabar en ti cosas extraordinarias si decides pasar más tiempo a su lado,
conociéndolo en intimidad.
Que sea un reto para nosotros como hijos de Dios, el imitarlo y que cada
uno de nuestros actos, nuestras palabras, nuestras miradas, nuestros anhelos,
nuestros deseos y manías lo reflejen a él, a ese Padre que nunca falla.
Una oración que te recomiendo hoy seria: Padre mío, soy tu hijo, no
permitas que haga las cosas por mí mismo, sino ayúdame a vivir como he
aprendido de ti. Amen.
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