lunes, 10 de febrero de 2014

Milagros Desapercibidos

 Y yo os he traído cuarenta años en el desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni vuestro calzado se ha envejecido sobre vuestro pie.
Deuteronomio 29:5

Las gotas de lluvia caían haciendo tanto ruido que era necesario gritar un poco para lograr hablar dentro de la casa, las calaminas parecían intentar hacer una melodía con el tintineo de la lluvia
.
Los planes que tenía de salir a jugar con mis amigos se frustraron y tuve que quedarme en casa esperando a que pase la lluvia.

Mi mama llego a la sala con un álbum de fotos entre sus manos y se sentó a verlos,  - Ven a ver estas fotos conmigo, es un álbum que hice para ti- me dijo acomodándose al centro del sillón.

Este eres tu cuando cumpliste 4 años, dijo apuntando a una foto en la que estaba sentado en medio de campo rodeado por mucho pasto que casi me tapaba, traía puesto un overol azul y mi cara en la foto no parecía muy complacida – No te gustaba el pasto por eso tienes esa cara- me dijo ella mientras reía.

Conforme avanzaban las fotos me percate de algo raro, en la primera sección de fotos había una en la que mi mama me tomaba en sus brazos, ella traía un pantalón de Jean azul y una chompa blanca con un diseño bordado, la misma ropa la vi en las fotos de los 6 años, luego en las de 8, luego en las de once.

Levante la mirada y los jeans azules histórico estaba ahí, mi mama lo traía puestos, y la chompa seguía en su ropero, parecía que el tiempo no había pasado por esa ropa, seguían intactos como hace 8 años.

Mi mama sonrió y con la misma ternura de siempre cogió su biblia y me enseño el texto de hoy Deuteronomio 29:5.y dijo “este milagro se ha cumplido también en mi”

Cuantos milagros pasan desapercibidos en nuestras vidas porque no son estridentes ni escandalosos, a menudo esos milagros son los más hermosos y especiales.

En medio de los problemas a menudo creemos que Dios no está con nosotros porque esperamos ver algo grandioso inesperado y dejamos de ver los milagros que Dios hace a diario, en silencio, sin mucho alboroto.

Las lentejas del almuerzo, una visita inesperada, el gas que dura más días, el sol de la mañana, esa sonrisa que necesitabas ver, una llamada. No chocar en la combi, la ducha de la mañana, el jean que no se gasta, el pan del desayuno, el sueldo a fin de mes.

Dios nunca deja de trabajar y nunca deja de hacer milagros, quizá estas cruzando el desierto en estos días y al parecer Dios no está respondiendo pero te aseguro que está cuidando que no se te gasten las sandalias ni la ropa y será con eso que lograras llegar al otro lado.


Hoy tomate un tiempo para percibir y agradecer esos milagros desapercibidos que Dios hace en tu vida a diario.

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