jueves, 30 de octubre de 2014

Un Buen Remedio

El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el espíritu triste seca los huesos.
Prov 17.22

Llegó el gran día, el paseo se había preparado con mucha anticipación, todos llegaron a tiempo con los implementos necesarios y a la expectativa de tener un día espectacular.

Todos con lentes oscuros, gorras y sandalias miraban sus relojes mientras las toallas y las sombrillas estaban acomodadas en la puerta, listas para ser subidas al bus.

Se vio un bus colorido dar vuelta a la esquina, unos gritos de alegría se escucharon entre los chicos que aguardaban con impaciencia, todos cogieron sus cosas y se pusieron en fila, listos para abordar el bus.

El cielo se oscureció de un momento a otro, un estruendo se sintió estremeciendo el lugar acompañado de una lluvia torrencial, todos corrieron a refugiarse como podían, gritando y corriendo de un lado para el otro.

Al entrar a la iglesia todos estaban mojados, la lluvia había cambiado los planes.

El grupo estaba claramente dividió en dos, algunos reían recordando el alboroto mientras se secaban y otros estaba enojados sentados en una esquina sin decir nada.

Aquellos que seguían con el ánimo del principio hicieron una ronda y siguieron divirtiéndose, mientras los demás se fueron a continuar con su enojo durante todo el día


¿Cuántas veces perdiste el día o te peleaste con todos a tu alrededor por una circunstancia que no era de tu gusto o por un cambio de planes?

A menudo uno culpa a las circunstancias cuando se enoja o se pone triste, imaginamos que nuestro enojo es como un cuarto al que ingresas sin tu consentimiento y del cual es imposible salir.

El texto de hoy nos da un panorama diferente acerca de nuestras emociones.

Las situaciones no son determinantes sino tu forma de afrontarlas, un corazón alegre será un remedio para los días difíciles. Todo se ve diferente desde un corazón lleno de esperanza, aun las noches más oscuras pueden iluminarse si decides mantener tu corazón en paz.

Al contrario el enojo y la tristeza agravan las situaciones, hacen los problemas más grandes, te aíslan de los demás y te hacen sentir solo frente a las situaciones difíciles.

Enojarse es una opción, Dios quiere animarte hoy a que asumas las situaciones difíciles de una forma distinta, recuerda, el corazón alegre es un buen remedio para los momentos difíciles.

jueves, 9 de octubre de 2014

El Problema no es Problema

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
 Romanos 8:28

Muchos años habían pasado desde la última vez que ellos lo vieron, muchos años de no poder dormir bien, atormentados por el recuerdo de su hermano pidiéndoles a gritos que no lo vendieran como a un esclavo.

El odio que sintieron por él al principio se había tornado en culpa con los años, culpa que ahora los congelaba al ver a su antes pequeño e indefenso hermano parado frente a ellos con todo el poder para llevar a cabo su venganza.

El tiempo había cambiado el panorama de las cosas y los antes victimarios estaban ahora a merced de su víctima.

¿Cómo reponer una vida? ¿Cómo subsanar todos esos años de soledad, injusticias y dolor?

José puesto en pie frente a ellos les dijo:

Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.

No los culpo, no estén triste, no tengan miedo, Dios fue el que me envió aquí.

José entendía que también los días malos son permitidos por Dios en nuestras vidas, él sabía que por encima de los problemas y dificultades que podemos tener en la vida está la mano de Dios.

Nada sucede contigo sin que Dios lo determine, esto también incluye los problemas.

Recuerda siempre que hasta los días malos son días necesarios para llegar al lugar al que tu Padre quiere llevarte.

Antes de enojarte, frustrarte o entrar en desesperación intenta ver los problemas como los veía José:


“Los problemas son solo un paso más para acercarte a tus bendiciones.”