jueves, 23 de abril de 2015

Lluvia y Barro En El Camino

Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua.

Salmos 63:1

Dos horas, dijo el anciano sonriendo con un brillo especial en sus ojos, como si al recordar lo que me contaba se transportara al momento en que sucedieron esas cosas.

Dos horas me tomaba llegar de mi casa a la iglesia, caminé ese sendero una y otra vez, nunca llegue tarde, tampoco sucio.

 En los días de lluvia nos resbalábamos en el barro y llegábamos a bañarnos y cambiarnos en la iglesia.

Jamás me pareció pesado el camino.

 El anciano hizo una pausa, también yo me transporte a aquel camino lleno de barro mientras lo veía sonreír,  pude por un momento sentir su misma pasión.

Mientras seguía con su relato pensé en lo sencillo que es ahora llegar a una iglesia y en la infinidad de pretextos que ponemos para no asistir a tiempo o para simplemente no asistir.

Pensé en las veces en las que quizá el partido de futbol, el trabajo, el cansancio o las responsabilidades cotidianas son más importantes que una oración y que la lectura de la biblia.

David sentía que moría si no entraba a la presencia de Dios, sino escuchaba su palabra.


Toma un tiempo hoy y vuelve a enamorarte, vuelve a aquel lugar intimo en el que se que muchas veces has sido feliz y lleno, Dios está a la espera, no pierdas más tiempo, que la lluvia y el barro del día a día no te aparten de tu mayor amor.